jueves, 17 de enero de 2013

Carta de Navidad

Tiene Osvaldo la piel y los ojos en la sombra de aquel Ecuador que dejó hace apenas ocho años. Lo puedes ver muy cerca de Capuchinos, haciendo lo que aquí llamamos "aparcar coches", que no es ni más que ganarse la vida más dignamente que muchos de esos ladrones que se han hecho ricos detrás de una mostrador, acabando con los ahorros de toda la vida de una abuelita.

Hay días que le da la noche porque no han bastado  para recoger 5 euros y apura las horas como cuentas de un rosario, esperando la ùltima propina del día que le permita echarse algo a la boca antes de dormir.
Siempre correcto y educado, nunca ha tenido un mal gesto con algún vecino por no recibir propina. Sin más cuenta del banco que su  propio bolsillo, Osvaldo huyó de Ecuador dejando atrás a su madre, una 39 de cañón largó y una carrera de derecho inacabada. El hambre a veces en un pésimo consejero.
El otro día le pedí que me ayudara a subir unas bolsas a casa y me contó que llevaba  un día sin comer, lo invité a un buen plato de comida, postre y cerveza sin alcohol y charlamos durante un buen rato sobre tantas cosas aquella tarde, que a mi se me olvidó con quien hablaba, y él no se acordó de trabajar.
Me dijo: yo soy pobre, yo no tengo nada y sólo le pido a Dios salud, ni tan siquiera ya le pido ver a mi madre a la que hace más de ocho años que no veo, me decía. Qué duro debe ser no poder ver a tu madre por falta de dinero para un billete y no albergar más esperanza que ver el sol cada mañana.
Osvaldo  me cuenta que lo más duro fue dormir casi dos años bajo un cartón,  la crudeza con la que describía algún episodio de aquellas noches frías, la maldad premeditada de algunos, la exagerada bondad de otros. El frío no entiende de caridad y castiga, como la vida, al más expuesto, se te queda en los  huesos como cicatrices, perenne, húmedo y oscuro.

En estas fechas, el corazón se enternece y parece que nos volvamos buenos, como ese niño al que se le dice "pórtate bien que sí no, los Reyes Magos, te van a dejar carbón" y participamos en esas benditas campañas de recogida de alimentos y no no nos cuesta nada, como no nos costaría en marzo o en agosto aportar un kilo de comida. Pero no somos tan diferentes a nuestros niños: parece que esperamos a estas fechas para  ser buenos y que el carbón pase de largo en forma de remordimiento. Dile a un niño en febrero que sí no se porta bien los Reyes no le traerán nada en diciembre...

Me dice: hermano...

En un mes de esperanza como es diciembre  deberíamos recapacitar sobre sí todos somos hijos de la misma madre  o por el contrario somos hermanos de barrio.
En cualquier caso...ayudar a quien lo necesita, dar comida al hambriento, socorrer al necesitado y mostrar un poco de cariño y respeto por personas que sobreviven  con tanto esfuerzo es  lo que nos diferencia de los animales, y no sólo por el hecho de pensar que mañana nos pudiese tocar a nosotros

Le pedí que me hiciera una Carta de Navidad. No de Papa Noel.  Porque hay cartas más urgentes que las de los Reyes Magos, que no pueden aguantar hasta el día 5 de enero. A veces no es un juguete lo que está en juego sino la ilusión en sí misma, el tener ganas de respirar cuando amanezca el día....

Queridos Reyes Magos, os doy las gracias por la salud, la fe y la Esperanza. Solamente os pido una sonrisa en el rostro de la gente,  y que no me falte cada mañana la ilusión y la fuerza para seguir respirando.  Que no se quede un niño sin juguete, ni su madre sin trabajo, que se vacíen los hospitales y se llenen los mercados, mucha salud al enfermo y mucho trabajo al parado y una sonrisa en la cara pa empezar el nuevo año.
Que la gente colabore con lo poco que pueda, a veces cuando bajo a la calle le doy a "mi hermano" un zumo y unas galletas, otras veces le deseo un buen dia y otras le regalo una Antología de Machado.
No me siento mejor persona por hacer esto,pero seguro que él se siente mejor y eso es lo único que importa.

Rebajas de Navidad


Rebajas del corazón
Estilo Sevilla
Sevilla FC Radio

Se apagan las luces de la Navidad, ya no brillan las bolas del abeto ni el serrín se mezcla con el musgo sobre una alfombra de ilusión para los más pequeños.
No tienen ya esas ramas de la Encarnación la luz en los brazos de ungigante, ni miran a un gran árbol de bombillas de color que a todos nos asombró con ese mágico fondo en el que se han convertido las Setas.
Ya no suena el eco de unos amigos cofrades, ni se canta por bulerías con mi gente de Capuchinos. Parece que después de estas fechas, las casas sean más pobres, más tristes. Como si nos hubieran quitado algo que queremos y que no nos pertenece. Y guardamos  el árbol y el pesebre, el espumillón y las luces que tanto nos acompañaron y cuyo reflejo nunca nos importó en el televisor.
Y guardamos  los recuerdos de una mañana de Reyes, de la satisfacción más grande que siente un padre al ver la cara de su hijo abriendo sus regalos. Entiendes que te haces mayor conforme tu montón de regalos cada vez es más pequeño en comparación con el de tu hijo y te importa tan poco un regalo más, que te lo quitas de ti para poder hacer feliz al verdadero protagonista de esta fiesta, un niño. 
El humo de las castañas se irá con el frío, y con él, el abrigo y la noche; vendrán las lluvias despertando antes de tiempo al azahar y en la más santa de las semanas ya nadie se acordará de la mula y el buey.
Se apagan las luces de la Navidad, y muchos quedan a oscuras porque hay un corazón solidario que se olvida de seguir iluminando la esperanza y la necesidad de muchas personas, miles, en esta ciudad. Si todos, mantuviéramos el espíritu navideño durante el año, si cada uno ayudara, a su forma y en su medida a gente cercana, este mundo sería una maravilla, una suerte de cadena de favores, un espíritu solidarioen movimiento porque sí, no porque fuera diciembre.
A veces me avergüenzo de no pertenecer a una especie con valores perennes. Con un claro compromiso de que mientas nos roban los de siempre vayamos nosotros a hacer, no su trabajo, sino lo que debemos hacer: ayudar a personas mayores, familias, niños, , parados, enfermos, presos, vagabundos, padres de familia que salen cada mañana a la calle a buscar algo, porque en su casa no hay nada. Y no hay grito más espantoso para un  padre, que el llanto de su hijo hambriento. No hacen falta luces para alumbrar la esperanza y llenar el estómago de una criatura sino intenciones y buenas maneras.
-NO te lo gastes en drogas, le dijo la anciana a un hombre que pedía por los Remedios, que mira que ojos tienes muchacho.
-Señora, los ojos que tengo son de la pena y el insomnio por no poder dar de comer a mis hijos.
Que no se apague la luz del candil solidario que igual da luz en un pesebre como en el corazón de las personas en Navidad. Y que nunca más una estrella se apague en el corazón de un niño en ese día en el que los deseos se hacen realidad
El humo de las castañas se irá con el frío, y con él, el abrigo y la noche; vendrán las lluvias despertando antes de tiempo al azahar y en la más santa de las semanas ya nadie se acordará de la mula y el buey.







Santos Garrido López
Jueves 10-enero

"Estos son mis principios, si no le gustan tengo otros. (Groucho Marx)